El 70 % de los encuestados (ya sean empleados o empresarios) dicen que su mayor motivo de estrés es la falta de equilibrio entre trabajo y vida privada, según una reciente encuesta de LinkedIn.
Esto supone un gran problema.
Pero, ¿debería ser un gran problema? Resulta estamos ocupados, pero no somos productivos. No porque seamos vagos, ni mucho menos, sino porque las jornadas de ocho horas diarias o más de trabajo siguen siendo el indicador de la dedicación, el compromiso y la productividad.
Quizás el sistema tradicional de trabajo de 8 horas debe ser sustituido por el trabajo por objetivos que facilite el equilibrio entre trabajo y vida privada.
Está claro, jornadas más largas no resultan en un mayor rendimiento. Todos conocemos a gente que trabaja muchas horas pero logra pocos objetivos. Es decir, llegaron temprano, pero usaron ese tiempo para “instalarse”. Se quedaban hasta tarde, pero pasaban ese tiempo navegando en internet y charlando y quejándose de cuántas horas tenían que trabajar.
Es decir, estaban en el trabajo… pero no trabajando.
Los objetivos cumplidos son lo más importante. Las horas trabajadas son irrelevantes. Los resultados tangibles y valiosos lo son todo.
Todo esto suena muy bien… pero si los empleados trabajan menos días y semanas, ¿cómo puedes asegurarte de que sigan siendo igual de productivos (o incluso más, ya que serán más felices)?
En primer lugar, contrata a personas en las que confíes, establece un sistema de trabajo claro por objetivos cumplidos y luego confía. Cuando le muestras a la gente que confías en ellos, ellos empiezan a confiar en ti.
Gestionar por objetivos cumplidos, por resultados es mucho más eficaz que la evaluación del rendimiento por horas trabajadas.
La clave es dejar de preocuparse por cuántas horas trabajan tus empleados y empezar a liderar y gestionar por expectativas, objetivos y resultados.
En realidad se trata de evaluar respondiendo a dos variables:
¿Cumplen sus objetivos?
Como responsable de un equipo tienes determinadas expectativas: tareas, plazos, objetivos, etc. En última instancia, cada empleado debe ser evaluado por lo que hace.
Lo único importante es que el trabajo se lleva a cabo. Establece expectativas, objetivos y plazos.
Porque “ocupado” no significa “productivo”. “Presente” no significa “comprometido”.
Si tus empleados saben que pueden irse a casa a las 3 p.m. si su trabajo está terminado… Harán su trabajo. Disfrutar de un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida privada es todo el incentivo que necesitan.
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¿Están disponibles?
Muchos responsables quieren que sus empleados estén constantemente conectados: Por teléfono, correo electrónico, o lo mejor de todo, al final del pasillo.
Pero “urgente” es raramente “importante”. Rara vez esa idea que tienes a las 6 p.m. necesita ser comunicada y recibida por el empleado de inmediato.
Está claro que deberías poder contactar con tus empleados en caso de emergencia. De esta forma, tus empleados entenderán el “compromiso de disponibilidad” conlleva también una mayor libertad.
En realidad, necesitas poder hablar con tus empleados cuando sea necesario … pero pronto descubrirás que no es “necesario” tan a menudo como pensabas si los objetivos se cumplen.